Nuestra sociedad puede ser una cueva o una cadena montañosa que llega hasta el horizonte. Cuando nuestra sociedad es una cueva, es fría, oscura, estrecha y sinuosa; cuando es una cadena montañosa, es amplia, diversa e increíblemente bella. Ambas figuras, ambos mundos comparten dos cosas: es necesario ser un intrépido explorador para habitarla y que, si gritas con fuerza, el eco ayudará a que todo el mundo pueda escucharte.
Durante los últimos años, en nuestra sociedad se ha impuesto un «eco» diferente, que distribuye lo que nos parece bonito en lugar de lo que necesitamos que se distribuya. Durante los últimos años, en nuestra sociedad se habla mucho de inteligencia emocional y empatía, de derechos y de educación, de dejar a los niños ser niños y de no obligarlos a ser adultos. Sin embargo, hay algo que está pasando en nuestra sociedad y que necesitamos remediar: los padres olvidan su vida de niños, olvidan las cosas que les importaban y cuanto les importaban y eso les impide ser conscientes de aquello que les importa a sus hijos y cuanto les importa.